Alrededor de 2017 se puso de moda una
aplicación donde descargabas una serpiente y la ponías en el fondo de pantalla
dando la sensación de que ésta se arrastraba por tus perfiles en las redes
sociales. Susan Solvenzzia, venezolana de ascendencia italiana con acento
esloveno, ama de casa, madre de tres carajitos que rendían más que un coctel de
té de jengibre con agua tónica, ahuyasca y vino tinto y esposa de un
colombo-panameño que tenía un pronunciado acento dominicano producto de haberse
criado en RD, decidió bajarse la aplicación (no hay una vaina más vanidosa que
una mujer vaga).
La mansión de ambos parecía una casa de
muñecas rodeada por un extenso jardín de azucenas y gardenias, pero para ella
eso no era lo más bonito, sino el moreno que le podaba las matas y también el monte de Venus con una rosada
rasuradora tipo Women Model, antes de clavarle la estaca en su parcela
descuidada por un hacendado que sólo pensaba en viajar y producir sus cuartos.
Lo que voy a decir no es creepy-pasta, pero
bien, así fue. Relajadamente Susan fue una tarde a llevar a sus hijos al
parque, vestía de rosado fucsia su silueta de Barbie de carne y hueso, abre el
celular y zaaasss, la culebrita sobre la foto al deslizar el dedo por la
pantalla táctil. Tras el postre recurría a llevarse una estampilla impregnada
de LSD a la lengua, no sin antes pedirle a Felipa, su negra sirvienta, que le
rebanara el peyote en la ensalada. Por lo tanto serían recurrentes en ella las
alucinaciones vespertinas.
Vio que el ofidio se desplazó saliendo de
la pantalla líquida y enredándose en su brazo izquierdo hasta descender al
banquillo de hierro donde se erigió formando una enorme espiral en forma de
torbellino de la cual salió un misterioso mago que parecía ser encantador de
cobras. El extraño caballero la hipnotiza como la víbora que aparentaba ser y
le quitó la sortija matrimonial para ponerle un anillo con la forma de Uroboros
(la serpiente mitológica que se tragaba su propia cola). Minutos más tarde y
asombrada, recoge a sus vástagos, encienden el BMW y se larga para su morada.
Una vez en casa se chulea con el jardinero detrás
de una mata de guayaba. Mientras ambos se apretaban las nalgas y se susurraban
palabras prosaicas al oído, de lejos se escucha una voz masculina que grita su
nombre, mientras alcanza a ver una pitón albino escabullirse en la cocina.
-Llegó mi marido Bolín, no nos puede
descubrir.-
Ya Felipa se había marchado, pues eran más
de la 5: 00 PM (fin de su horario de trabajo) y al entrar a la cocina Susan
descubre que quien la había llamado no era el pedante de su esposo, sino el
encantador de serpientes, quien de nuevo la hipnotiza para desnudarla y hacerle
el amor sobre la apagada estufa. Hora más tarde llega Armando, el hombre de la
casa y de sorpresa le da un disparo en la espalda al gitano, quien al caer
observa como su enorme anaconda escupe todo su veneno espeso en el suelo.
-Maldita zorra, eso es lo que eres, una
zorra.-
La golpea, la patea entre las costillas y
la arrastra por los cabellos hasta que el anillo brilla expandiendo un verde
resplandor y Susan se vuelve una mujer zorro, la cual patea violentamente a
Armando hasta reventarle los órganos y triturarle los huesos.
Descubre a Bolín detrás de la ventana y le
pregunta por qué no fue a defenderla y este le dice que prefiere no intervenir
en conflictos maritales, entonces la zorra de Susan le dice:
-Si tu corazón ya no me pertenece, entonces
me lo comeré para que ames-.
Usa sus garras como cuchillas, le extrae el
corazón y cumple su promesa mientras su ex amante se desangra al lado del
cuerpo del hechicero baleado y de su abusivo cónyuge. Minutos después el anillo
arroja una luz roja y la mujer vuelve a su estado normal, recuerda que dejó a
sus hijos en casa de Cecilia, su mejor amiga y amante lésbica, la cual tenía
cinco muchachos de diferentes padres de
los cinco continentes.
Horas más tarde estaba encerrada, pero no
en una celda dominicana, sino en un frío
cuartucho con posters de ánimes, velas de incienso y una fea colchoneta. Fue
raptada por miembros de los Yakuzas al arribar a Japón (en vez de ir por sus
hijos, tomó su pasaporte especial y se largó), quienes la hipnotizaron. Le
visten y le maquillan como geisha, es la nueva atracción de uno de esos tantos
burdeles que están cercanos a las costas de Tokio y está preparada para su
primer cliente, un anciano de 90 años
que ebrio por el sake había experimentado una repentina erección luego
de 30 años sin levantar su flácido miembro.
Entran a un dojo, la damisela se aplasta a
defecar sobre un periódico mientras el senil exhala todo el gas metano
acompañado de los vapores de una mezcla ambiental entre camarones, hierba buena
y pétalos de rosa. Se limpia el culo con un manga de Death Note, se quita el
kimono, se suelta la cabellera y se pone en cuatro. El viejo se moja la punta
del ripio con una Piedra China y las venas musculares se pronuncian cada vez
más para darle duro a la parte húmeda de Susan. Al ver que transcurría más de
una hora y no se venía, la insulta gritándole:
くそトカゲ (Maldita lagartija)
Se enciende el verde de la sortija y la
mujer empieza a crecer desproporcionadamente hasta destrozarlo todo convirtiéndose
en un enorme reptil parecido a Godzilla. Los proxenetas Yakuzas disparan y
algunos sacan sus katanas, pero son barridos y arrojados al mar al instante por
la cola del monstruo. Con sus pisadas aplasta vehículos policiales y a
manotazos derriba aviones y helicópteros del ejército de ese país. Unos
superhéroes llegan manipulando sus mechas (robots gigantes) y Susan le perfora
el pecho a las máquinas al arrojarle rayos láser por sus ojos. El viejo
asustado toma una de las espadas que estaban tiradas en el suelo y se practica
un Hara Kiri. La sortija cambia a rojo y Susan vuelve a la normalidad, entre la
humareda nadie puede verla cuando saca de los escombros su cartera con todo y
pasaporte, se pone un smoking y un sombrero de uno de los mafiosos, roba un
maletín lleno de dólares, toma un taxi y escapa.
Tres días después está hospedada en un
hotel de Somalia, lee en la prensa que hay un supuesto culto cristiano que le
paga a pandilleros paramilitares para que secuestren niñas preadolescentes y
les mutilen el clítoris, lo cual ocasionaría que no puedan sentir placer y se
conserven señoritas. Por un breve instante vio que dos hombres encapuchados a
punta de armas largas obligan a unas chicas que salen de un colegio a entrar en
una vagoneta que era conducida por un tercero. Declinó comprar un collar de
marfil y un aceite de mamba verde para lubricar la resequedad de la piel y
abordó un taxi, pidiéndole al chofer que siguiera discretamente a los
secuestradores, mientras ambos escuchaban en un radio defectuoso la canción
Dieulelul Dieuleul de Aby Ngana Diop. Le dice al taxista que espere afuera
(tras media hora de estudiar el terreno) y sigilosamente penetra la guarida
tras rezar un conjuro que la hacía invisible por segundos, el cual aprendió de
una amante sanjuanera que era bruja. Asfixia a un celador obeso con una bolsa
plástica, el cual dormía en una hamaca y luego le quita las llaves para liberar
a las jovencitas cautivas y ayudarlas a escapar por una puerta especial que
daba a un parque y una cancha de fútbol.
Es sorprendida por dos de los vándalos,
quienes la golpean con el cabo de una ametralladora hasta dejarla inconsciente.
Cae la tarde y sube la noche, el hombre al volante sigue afuera roncando como
un puerco y Susan está desnuda y maniatada cuando uno de los criminales
originario de Guinea Ecuatorial (hablan nuestro idioma) se baja sus pantalones
y saca su enorme y jugoso banano africano, para gritarle a la aspirante a
justiciera:
-Joder, dámele una chupadita al bicho.-
Se lo acerca cada vez más a la boca pero
ella voltea la cara con gestos de asco y enojado el otro delincuente le grita
en somalí:
-Adeecno !!! ... baranbaro (Obedece!!!...Maldita
cucaracha)-
Estalla el anillo en verdes
destellos, una enorme cucaracha usa sus finas patas para zafarse de unas
gruesas cuerdas y de un mordisco con sus mandíbulas de insecto, le arranca el
guineíto al guineo expandiendo una potente lluvia de sangre a chorros hasta
bañar al mercenario que apuntando su rifle le dispara una y otra vez a la
criatura, cuya coraza es tan dura que las balas no pueden penetrar. Con la dos
patas delanteras le sostiene y le arranca la cabeza produciendo otra chorrera
de sangre a fuerte presión que impregna todo el lugar como si se tratase de la
escena de un filme gore.
Cuando sale al patio unos
centinelas le sueltan unas hienas domesticadas para que neutralicen al adefesio
quien sin vacilar mucho usa sus antenas para arrojar descargas con potenciales
voltios hasta chicharrar a las fieras, a los malhechores sobrevivientes no les
queda de otra que salir huyendo pensando que les salió algún demonio de las
tradiciones macumberas como castigo por sus crímenes en contra de la infancia
femenina.
Entra al carro y el chofer
manifiesta que tras 10 años de sequía al fin lloverá, puesto de que le huele el
ambiente a alas de cucaracha. Prende el anillo en rojo y Susan retorna a su
verdadero estado tras consumar su metamorfosis kafkiana. Está desnuda y le dice
al conductor que no mire y él le dice que es ciego de nacimiento y puede
manejar y seguir a la gente gracias al sentido del olfato.
Encuentra unos harapos en el
asiento de atrás y se viste para regresar al hotel. Al día siguiente vuelve a
leer el periódico y se encuentra con el siguiente titular:
-Extremistas musulmanes decapitan
a un hombre y castran a otro. Ambos pertenecían a congregación cristiana.-
Ahí reflexionó en torno a dos
cosas, la prensa amarillista se vende al mejor postor y no es mucha la
diferencia entre el Islam y una cucaracha. Fue al aeropuerto más cercano y tomó
un vuelo con destino a Australia, lugar donde se alojaría en una casa campestre
propiedad de una vieja economista a la cual le lamía la pepa en un residencial
de Londres a cambio de que le ayudara con su mesada cuando era estudiante de
Cambridge. Cuando llegó vio que su amiga era un esqueleto, murió sola y
apartada de toda civilización. Susan escuchaba música romántica en un viejo tocadiscos
y fumaba usando como cenicero las cuencas del cráneo de su amada
sobreprotectora, cuya muerte era un misterio. Una fresca mañana salió a
fotografiar flores y mariposas cuando fue interceptada por un fortachón
aborigen llamado Bankú el cual comandaba una ganga de canguros y koalas
guerrilleros entrenados para asesinar forasteros y robar sus pertenencias.
Siente el suspenso de que será
atacada, al parecer ya nadie la insultará gritándole el nombre de un animal
para que se transforme, pues sus nuevos agresores son todos bestias salvajes.
Está rodeada en un círculo de depredadores y su final está cerca, zaaashhh!!!
Sorpresivamente un boomerang que viaja a la velocidad de la luz toca a cada
especie incluyendo al rudimentario humano que los rodea, hasta caer todos
rendidos. Atados y aprisionados en redes están sus agresores y Susan contempla
la belleza de aquel rubio de larga melena, piel rojiza y ojos azules que le
salvó la vida.
150 escenas románticas después:
La pareja ha conversado en la
playa de casi toda su vida, salvo Susan quien ha mentido par de veces sobre su
oscuro e inmoral pasado y sus fabulosas aventuras bizarras de continente en
continente, no obstante en un tono vergonzoso le expresa a Chris que ha sufrido
mucho en la vida y este en un estado anímico y estimulante le consuela:
-You will be
reborn from your ashes, you are the phoenix.-
El anillo expande su característico verde resplandor y el
cuerpo de Susan se prende en llamas hasta volverse una antorcha humana. Chris
no comprende que pasa y va a su Jeep a buscar un extintor para evitar que no se
consuma su nuevo amor. Pero es tarde, ve a un enorme pájaro bordeado de
llamativas flamas sobrevolar toda la zona costera y temiendo ser agredido por
el mismo corre hacia una estación de gasolina. Susan en su estado animal entra
en razón y persigue a Chris para hacerle
entender que no le hará daño y cuando él está convencido de que ella volvería a
la normalidad una pluma encendida se despega de su cuerpo y cae en un charco de
gasolina que se formó accidental, degenerando en una explosión la cual expande
el cuerpo de Chris totalmente calcinado.
Voló y aterrizó en el mar tratando de
inmolarse, pero antes de sumergirse la sortija cambió a luz roja y volvió a ser
la hermosa mujer que era y arrastrada por las olas regresó a la arena, tomó el
Jeep de Chris derramando lágrimas y viajó hasta Sídney donde pasaría la noche
para luego del amanecer partir a New York rumbo al consultorio de Don Pablo
Santana mejor conocido como el Dr. Pildorín, sexólogo, psiquiatra, ginecólogo y
todólogo egresado Magna Cum Lauden de la facultad del cabaret de Herminia y a
quien la medicina y la ciencia le atribuían milagros, entre ellos practicándole una cesárea de emergencia a una paciente con una
espada medieval, le sacó de sus entrañas 17 gallos de pelea con chilenas y
miras telescópicas incrustadas en sus espaldas, examinando el interior de las
pupilas dilatadas de un yonkie holandés descubrió una constelación de planetas
cuyos habitantes eran enormes hormigas de acero que defecaban lasañas rellenas
de fango con balas de bronce y algodón de azúcar. Le curó el SIDA a una
meretriz haitiana albina, inyectándole trementina con formol y jugo de ciruelas
y sanó a un niño con una extraña varicela egipcia (varias réplicas escarlatas y
diminutas del ojo de Horus estampadas en su cuerpo) sumergiéndole en una
piscina rebosada de orina de elefante.
Una vez en el consultorio
del Dr. Pildorín ésta desesperada le pide que le recete algo para poder
despegar el misterioso artefacto de su dedo, ya que desde la muerte de Chris
trataba y no podía. Prueban con todo tipo de ungüentos y aceites para lubricar
y el dedo nada de salir de aquella prenda circular. Hastiado de perder su
tiempo Mr. Santana como le llamaban los gringos, toma un recetario y le anota
el siguiente tratamiento:
-“Vuena BURRA AZUANA, ami nomes benga aserme
perder tiempos comsu disparates YO soy un hombro muro cuspado vallase al
psiquiatra del maní comío 28 de las duartes y porfabor cuando vallas a
raparmeta se unas bolita del javon de guabas por la vajina ASAROSA para que
losepermatoisoides del extrisper que
uste busca para dejar de ser señorita no la empreñes. ¿Copió?”.-
Decepcionada cruzó a una
carnicería judía que estaba frente al consultorio y con una pequeña hacha para
desmembrar costillas, se mochó el dedo con todo y anillo, cubrió la sangre con
un paño y tomó un taxi sin dejar rastros. Algunas leyendas afirman que es una
justiciera anónima que anda por el mundo portando una ballesta para defender a
las féminas desprotegidas de los maltratos del hombre.
Su dedo fue echado junto
con pedazos de reses en una trituradora para producir carne molida de primera y
la sortija serpentina fue llevada a una
joyería propiedad de los judíos.
Cuatro años después:
Érase en un castillo de Europa
aquel magnate portugués estaba consternado tras pagar una fortuna para
regalarle el misterioso anillo a un cuero que se consiguió en las favelas de
Río de Janeiro, la cual le dijo que era muy lindo pero que no estaba satisfecha
pues quería dos coches de lujo y una mansión en Mónaco. El acaudalado señor
voltea para tomar su trago de coñac y dice en voz alta:
-Oh Deus meu, a mesma
piranha (así le llaman en Brasil a las chapiadoras)-
Ve una rápida luz verde y
al volver el rostro hacia su acompañante, ve un pez piraña con el anillo
enlazado a su cola aleteando por la falta de agua. Repentinamente un gran danés
que merodeaba los balcones de aquel suntuoso lugar, se come a la piraña con
todo y anillo de un bocado. Inmediatamente fue a buscar un laxante para dárselo
a su mascota a ver si cagaba la sortija y a la meretriz vividora que se vaya a
la MMMMMMM…
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