De estar vivo, hoy cumpliría 139 años el
icónico ocultista británico Aleister Crowley. Para muchos el hombre más malvado
que ha pisado la tierra (teoría bastante descartable y más en estos tiempos donde
muchos imponen sus ideologías e intereses sin pensar a quien vayan a quitar de
por medio), para otros un intelectual
que abrió las puertas a grandes místicos modernos como Claudio Naranjo, Timothy Leary, Alejandro
Jodorowsky (más simbólico que literal) y el enigmático Carlos Castaneda y para
el resto, un satanista del montón sin importancia, cuyo apellido es idéntico a
una marca de furgones de carga.
Con su Libro de la Ley y su colección de
poesía erótica, logra envolver los instintos humanos en un cálido ambiente con licencia al fetichismo que ni Sade con su
obra de tortura sexual y aberración libidinosa (inmortalizada en el filme Saló
o los 120 días en Sodoma de Pier Paolo Pasolini) ni mucho menos E.L . James con su narcisista, pretensiosa y
mercadológica 50 sombras de Grey (también llevada al cine recientemente) han
logrado en toda la trayectoria del morbo contemporáneo.
Hablar de Crowley se asemeja más a mezclar
un estilo del Nietzsche racional con el libertino existencialismo de Jean Paul
Sartre, que parafrasear sobre brujería, aquelarres y sectas teatrales al mejor
estilo de los conciertos de Alice Cooper y Cannibal Corpse. Hablar de Crowley es
hablar del creador de la abadía del Thelema en Cefalú (Italia), donde aún se conservan
las surreales y caóticas pinturas en las paredes de lo que fue un templo
mandado a desarticular por Mussolini (el
dictador fascista).
Pintar, escribir, acostarse con hombres,
mujeres aristócratas, prostitutas y enajenadas deformes que trabajaban en
circos (con éstas últimas anhelaba procrear un monstruo de hijo, literalmente
hablando) y desde luego probar todo tipo de psicotrópicos, jugar al ajedrez e
irse a recorrer el mundo como Dora La Exploradora, eran las facetas más
reconocidas de Perdurabo (uno de los tantos seudónimos con los que se hacía
llamar).
A La Bestia 666 como también se le conocía
en los círculos ocultistas como la Golden
Dawn y el Ordus Templi Orientis (O.T.O), este último propio de su mente
creativa, se le atribuye un sinnúmero de hazañas e incluso mitos y leyendas,
las cuales enumeraré en siete:
1.- A pesar de tener un comportamiento
obsceno, impúdico y un tanto asocial, en México lo nombraron como miembro
francmasón de alto rango. Cosa extraña, ya que desde tiempos remotos, para
incursionar en la masonería e inmiscuirse en sus rituales y actividades, aparte
de tener un elevado desarrollo cultural, también hay que ser digno de presentar
una reputación intachable.
2-. Estaba obsesionado con casarse con la “Mujer
Escarlata” de la biblia (llámese la gran ramera), producto de un delirio que
sufrió a causa de un trauma producido por su madre, una fanática religiosa. Se
dice que al final lo logró, pero poco duró la relación.
3-. Durante una excursión al Himalaya, dejó
morir a sus compañeros para salvarse así mismo (ley de supervivencia, que no se
confunda con maldad) y al llegar a las calles de La India una multitud trató de
lincharlo, pero este usó sus poderes mágicos y se hizo invisible para escapar
del peligro.
4.- La momia de Tutankamón supuestamente le
habría ordenado cometer varios homicidios seriales en perjuicio de aquellos que
habían abierto la tumba del antiguo faraón egipcio. Aunque no se descarta que
fuese sospechoso, aún no existen evidencias que lo vinculen a ninguna acción
criminal ni en vida llegó a ser sometido por suceso alguno.
5.- Se comenta que entre los años 1944 y
1945 fungió como mediador entre Hitler, Winston Churchill y el estado judío
(hoy día Israel) para firmar un acuerdo de establishment global, patrocinado
por entidades de otros mundos.
6.- Fue más un depresivo que entusiasta, a
pesar de todo logro, notoriedad y respeto que su avasallante estrategia
filosofal pudiera alcanzar.
7.-Tenía la capacidad de comunicarse con
extraterrestres por telepatía.
Crowley puede que no lo aparente, pero es
la musa de muchos escritores y desde el plano erótico su influencia si la
analizan bien y claro está, evalúan su obra (más de 80 libros, como mínimo), se
darán cuenta que autores como Jean Genet e incluso el incongruente e
incoherente Mario Vargas Llosa, mantienen un desdoblamiento sexual de lo
tradicional (por no decir una manía morbosa) al mejor estilo crowleyano. Más
desde el plano espiritual Paulo Coelho y Anton Szandor Lavey (clara parodia gringa
del ancestral ocultismo europeo) parten de las enseñanzas cósmicas del maestro
sombrío del Palacio de Boleskine, las cuales fueron filtradas en Nuevo Mundo
por parte de su leal discípulo Kenneth Anger.
Quizás si Edward Alexander (su original
nombre de pila) hubiese vivido en ésta época, su estilo excéntrico no hubiese
tenido tanto impacto por la competencia de estereotipos que ofrecen las redes
de manera mediática y de ser un malvado salido del closet (como dicen muchos)
hubiese corrido el mismo destino de Charles Manson o tal vez algún líder
genuino hubiese puesto precio a su cabeza, pues la libertad de expresión que
rebasó Crowley en sus tiempos es más abierta y aceptable, pero con el precio a
pagar de que muchos de sus presuntos hechos (algunos no los mencioné) hubiesen
sido mejor desarticulados y sancionados dado los avances en materia legislativa
de derecho y tecnología de investigación criminal.
Sólo resta decir que fue uno de los pocos y
polémicos personajes que al igual que Buda, Sócrates y Jesucristo, pasó a hacer
historia como iluminado dentro de un planeta ambiguo, variable, cruel y
elitista. ¿Cuál fue la diferencia?, que Crowley siendo el más pecaminoso, tuvo mejor
suerte que los otros tres, pues en vez de morir intoxicado o crucificado, murió
tranquilo en su cama.
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