sábado, 18 de junio de 2016

La amenaza del motoconcho


¡Tírese al suelo!, viene una motocicleta con su estridente sonido y dos individuos de perfil sospechoso a bordo. Le sacarán una pistola, le pedirán el celular, los aretes y la cartera, no se los quiere dar, un disparo al corazón, ¿eran dos sicarios que lo confundieron con el rival de algún capo o magnate despechado por una infiel esposa?, otro disparo al corazón. Resulta que no era ninguna de las anteriores, pero el sonido de la moto le asustó y aunque fuese un simple mensajero o padre de familia buscándose el moro, no moriría de un disparo pero si por poco le da un ataque al corazón.


¿Qué nos garantiza a nosotros que un tipo que transporta pasajeros de día no puede dejar el chaleco de noche, ponerse un arma al cinto y treparse a otro sociópata como acompañante para salir a hacer de las suyas?, señores, nadie está seguro con tantos motores en la calle, pues no sólo con el problema de la delincuencia, también están los que echando carreras se llevan de encuentro a civiles y provocan accidentes en la vía pública.

Igual están aquellos necios que tú vas caminando muy tranquilo por la acera y se meten como dueños del mundo, sin prevenir a cual niño o persona mayor pueda causarle mortíferas lesiones, ¿no qué las aceras son solamente de uso exclusivo para el peatón?  Ustedes saben lo duro que es cruzar una avenida mientras los carros van haciendo pausa acorde al semáforo o la distancia y repentinamente se te aparece esa mosca o grillo de dos ruedas que te impide pasar al otro extremo.

El motoconcho, los deliverys , los mensajeros, los pasoleros y cualquier vaina de esas que se traduce a lo mismo, es una amenaza, una justificación al desorden y al empoderamiento de los resentidos sociales que se esfuerzan en sembrar el terror en una nación que siempre se ha caracterizado por su clima de paz y armonía.

Por lo tanto es conveniente depurar a todos esos hombres de bien, empresas con mensajería, colmados y cadenas de restaurantes que envían sus pedidos en moto, para sustituirle ese paupérrimo medio de transporte por vehículos económicos y de tal manera sacar de circulación la cultura del hombre motorizado.

Igual se debe abogar por un decreto que clausure la importación masiva de motocicletas y pasolas de manufactura asiática y que solamente se importen vespas, Harleys Davidson,  Ducati y Four Wheels , las cuales tengan una restricción para todo ciudadano que posea antecedentes penales, pues montar a un delincuente en un artefacto de esos, es peor que propagar una epidemia en una comunidad entera.

Por ello hay que erradicar a toda prisa la cultura del motoconcho,  pues  con el metro, los taxis y el teleférico basta. Ayudamos a reducir la contaminación por ruidos de mufflers adaptados y monóxido de carbono y por otro a salvaguardar vidas productivas que son tronchadas por basuras que no tienen nada que perder. Justificar la existencia masiva de motoristas en República Dominicana, es negarse a abandonar la miseria, la desolación y el tercermundismo…Dile no a la amenaza del motoconcho. 


Información adicional: No es lo mismo un biker paseando a su primogénito y al perrito en una Harley, que un campesino barrigón cargando la familia entera en un motorcito 70, no es lo mismo un rapero exhibiendo las chapas de su rubia en una Ducati, que un infeliz transportando a una gorda evangélica de lado, mientras la falda corre riesgo de enredarse en los aros del 115 y no es lo mismo un experto en motocross haciendo piruetas en una zona montañosa, que un maldito chopo calibrando en una carretera llena de hoyos.

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