Por:
David Frías
Desde
hace unos días todo mundo tiene una fiebre con un individuo que pasó de ser un
simple vendedor de palito de coco acaramelado a convertirse en toda una
celebridad, luego de volverse un fenómeno viral en las redes tras unas
adaptaciones audiovisuales que le hicieron al video donde debutó como cantor
pregonero.
Lo
extraño del caso es que en la misma semana que brota el boom aparecen dos
compatriotas con el mismo grado virulento en Youtube, una adolescente ítalo-dominicana
llamada Francesca y una tal Roselita (La Abuela del Dembow). Sin embargo éstas
son desplazadas por un indocumentado haitiano, en momentos en que la comunidad
internacional señala al pueblo dominicano por la justa decisión del Tribunal
Constitucional.
Tomar a
un inmigrante ilegal y hacerle una bulla por importantes medios de comunicación
proclamándolo como el artista dominicano número uno en el mundo (¿Adonde dejan
a Juan Luís Guerra?), no es más que una burla a la soberanía nacional y un
sutil intento de manipulación disfrazado de suculentas golosinas con interior
amargo.
Machismo en La Hispaniola:
Despreciamos
a una jovencita por cantar irónicamente de manera insípida y a una anciana por
pegarle a un ritmo de “tígueres” o chopos barriales. Pero preferimos colocar a
un extranjero sin papeles, porque es hombre y tiene dos bolas colgantes como un
péndulo. Razón que puede prestarse a lo expresado por la antropóloga Luz Brito
en su panfleto de la Conspiración del Teclado de Guerra:
-“Ellos (los
haitianos) tienen una red de Ton-Ton Macut (la maquinaria más sanguinaria que
ha pasado por América Latina) para cuando estalle la guerra, un sector de ellos
se dedicara a matar a las niñas, muchachas y jovencitas en edades reproductivas
para borrar la población dominicana por cualquier medio”-.
Suplantar a dos mujeres dominicanas
(símbolo de la reproducción) por un hombre haitiano (símbolo de liderazgo y manutención),
¿no es un claro mensaje de discriminación de género por suplantación?, ¿por qué
este personaje clandestino que grabó el video hace ocho meses viene a salir
justo cuando el pueblo dominicano establece sus leyes migratorias y justo
cuando dos damas quisqueyanas se hacen virales en el mayor canal global de la
web?
¿Campaña
subliminal?
Siendo República Dominicana uno de los
países con altos índices de diabetes, hacerle publicity al palito de coco es
reactivar la industria dulcera en un país donde los médicos ven a Willy Wonka
como un ente más peligroso que un asesino en serie. Esa es una.
La otra es que en el programa Sábado
Extraordinario, el promotor de dicha celebridad expresó que la aristocracia de
la avenida Anacaona paralizó el tránsito para rendirle tributo a un nuevo
mesías que ha venido a la “tierra de Dios”. Habiendo tantos talentos ocultos en
nuestros campos y barrios, ¿no es irónica la transformación de un ilegal en un
superstar y producto voluble del
marketing?
Mientras tanto ellos de aquel lado nos
siguen convirtiendo en monstruos ante la opinión de los organismos
internacionales, pretendiendo quitarnos un pedazo de territorio que con sangre
y sudor independizamos para no ser partícipe de un sistema políticamente decadente
y mísero a nivel social.
Esperemos que Rumay se convierta en un gran
artista internacional como su compatriota Wiclef Jean, pero representando a su
patria sin eclipsar la verdadera creatividad dominicana, esperemos que ellos de
aquel lado sigan construyendo el muro que empezaron en Elías Piña para
determinar que cada quien manda en su lugar, esperemos que nuestro pueblo
plagoso y permisivo despierte de la estupidez del Palito de Coco que ha
profundidad y dureza se lo ha metido la TV y las redes sin lubricación y
esperemos que las dominicanas que se pararon a boicotear el discurso
presidencial de Danilo Medina haciéndole coro a unas ciruelas pasa de
manufactura extranjera, entienda que el hombre haitiano es más salvaje,
machista y misógino que el propio dominicano.
De no ocurrir así, estaremos suplicándoles a
los “neoinvasores” que no disparen porque el que tira mata, mientras en tanques
de guerra ellos cruzan la frontera con el grito ocupacional de 1-2-3-4-5,
ánimo, ánimo, ánimo.
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