domingo, 11 de enero de 2015

Je suis Charlie Manson: La filosofía del fascismo mediático occidental



Por: David Frías

Si me preguntas si cierta gente que no me han hecho nada (como por ejemplo los curas pedófilos) deben morirse por sus imperdonables actos, te diré que sí, pero si usted me pregunta si mi peor enemigo que agarre una red social para parodiarme o humillarme debe darle un derrame cerebral y caerse muerto, pues te diré que no y te lo diré por dos razones, primero si él muere otro lo sucederá y segundo si él muere y nadie lo sucede, echaré de menos esa némesis (así como Batman necesita al Guasón) que me contradiga y me dé motivos para seguir provocándole.


Lo que hicieron fundamentalistas islámicos contra el director y otros empleados de la revista Charlie Hebdo, me pareció más una muchachada que una respuesta de carácter hacia unos caricaturistas que también hacían muchachadas. Ahora bien, ¿puede un fanático reaccionar como una persona lúcida como yo y como tú?, pues no, su capacidad de discernimiento está años luz del racionalismo.

Quizás si los musulmanes ignoraran estos tipos de idioteces e insolencias capitalistas su número de adeptos creciera en occidente, pero pasamos a otra postura y es que el mucho joder empreña y hoy te pueden pasar un chiste o insulto por alto y quizás mañana y pasado mañana, pero a sabiendas que en la vida todo cansa, hasta los pedos con olor a rosas de una agradable mujer rubia (un chiste para no hacer la plática tan seria).

Dice un viejo y rehusado cliché: -Odio genera odio.- Es lo que se da en este caso. Las grandes potencias en su afán de explotar millonarios yacimientos de petróleo y vender sus franquicias de ropa, perfumes, accesorios y alimentos en otras locaciones y culturas, les mueven la conciencia a los ciudadanos de sus países (sobretodo a los artistas), haciéndoles infundir un odio plástico hacia las tendencias e ideologías de otras demarcaciones, lo cual va acumulando sentimientos de repulsión en la parte afectada.

Por ejemplo en República Dominicana han creado el panorama idóneo para que esa élite murmura imagen y escupe pensamientos, suelten a  sus perros mediáticos y a sus hienas vestidas de celebridades, para que arrojen sus dardos venenosos sobre la media isla (la que compartimos con otro baboso ingrato) como si fuese un blanco de dianas.

Es el caso de la momia coleccionista de sangre de Angelina Jolie, quien vendría al país a principios de año, en compañía de un sacerdote anglicano con nombre caricaturesco (me lo sé de memoria pero me da risa y flojera mencionarlo). Vendrían con la misma osadía y atrevimiento de Tom Raider a incentivar esa campaña maléfica de vendernos como racistas y xenófobos, la cual iniciaron figuras famosas pero mediocres como Rihana y Mario Vargas Llosa.

En otras circunstancias se da a nivel interno, cuando a finales de los 60´s, los afroamericanos reivindicaban sus derechos y el lobby blanco de la Casa Blanca se negaba en contubernio con las grandes corporaciones que no asimilaban la abolición a la esclavitud de Lincoln (por cierto eso le costó la vida). El loco Charlie, no Hebdo sino Manson, se le presentó a un conglomerado de jóvenes (tan empecinados por las tendencias, como los que twittean y taggean hoy día) y les dijo: Je suis Charlie…creando una propaganda mediática saturada de tinta roja, la cual rezaba en las paredes de las casas de sus víctimas Death to pigs (Muerte a los cerdos) para poner a los negros californianos como chivos expiatorios de crímenes atroces y mover una persecución sangrienta hacia esas minorías, la cual no se dio gracias a la efectiva acción de investigación que hizo la policía de esa  localidad en aquel entonces. ¿Qué movió a Manson a eclipsar su responsabilidad con la sombra afroamericana?, el odio hacia los negros causado por el odio que promovía el sistema aristócrata que él mismo irónicamente odiaba y desafiaba.

Charlie Hebdo más que una fábrica creativa de entretenimiento ha sido una fábrica de odio, intolerancia y resentimiento y, pagó el precio por ello. No por ello justifico la acción que cometieron en su contra, al contrario reconozco que fue un error inmaduro de esos seguidores de Alá y favorecer esa acción sería favorecer la censura previa y también que un día vayan a Fox y le hagan lo mismo a los creadores de Los Simpson, Family Guy o Futurama por parodiar a etnias y líderes políticos, religiosos, artistas y deportistas, que un día vayan a Diario Libre y hagan lo mismo con Priego por el impacto que causa Diógenes y Boquechivo contra los políticos corruptos y sus amantes chapiadoras, a El Caribe tras Mercader o persigan al carajito que hace las tiras de www.incomica.com . Es más, ni siquiera voy a favor que vayan a Le Nouvelliste en Haití y les hagan lo mismo a los ilustradores que una vez dibujaron al presidente de mi país (Danilo Medina) bañado en mocos. Matar caricaturistas el único resultado que deja es perder a quienes nos hacen reír, pero hay que ser realistas, la broma tiene un límite y hay que aprender a elegir el objeto de burla adecuado sin granjearnos al enemigo equivocado. Dos segundos de placer, pueden convertirse en décadas o siglos de dolor.


Para evitar futuras tragicomedias como éstas, por no decir tragedias, no es escribir o postear por Facebook, Twitter o Instagram Je suis Charlie, sino plasmar en nuestro interior la frase francesa Je suis conscience (Yo soy conciencia). Se necesita más conciencia humana que creatividad, para erradicar ésta opresión fascista occidental que usa disfraz de democracia y libre expresión y a la vez forjar el amor y la armonía entre los pueblos sin importar las creencias, ideas o diferencias. Recuerda que donde mueren mis derechos, nacen los tuyos y crecen los del otro. 

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