Por:
David Frías
Si me preguntas si cierta gente que no me
han hecho nada (como por ejemplo los curas pedófilos) deben morirse por sus imperdonables actos, te diré
que sí, pero si usted me pregunta si mi peor enemigo que agarre una red social
para parodiarme o humillarme debe darle un derrame cerebral y caerse muerto,
pues te diré que no y te lo diré por dos razones, primero si él muere otro lo
sucederá y segundo si él muere y nadie lo sucede, echaré de menos esa némesis
(así como Batman necesita al Guasón) que me contradiga y me dé motivos para seguir
provocándole.
Lo que hicieron fundamentalistas islámicos
contra el director y otros empleados de la revista Charlie Hebdo, me pareció
más una muchachada que una respuesta de carácter hacia unos caricaturistas que
también hacían muchachadas. Ahora bien, ¿puede un fanático reaccionar como una
persona lúcida como yo y como tú?, pues no, su capacidad de discernimiento está
años luz del racionalismo.
Quizás si los musulmanes ignoraran estos
tipos de idioteces e insolencias capitalistas su número de adeptos creciera en
occidente, pero pasamos a otra postura y es que el mucho joder empreña y hoy te
pueden pasar un chiste o insulto por alto y quizás mañana y pasado mañana, pero
a sabiendas que en la vida todo cansa, hasta los pedos con olor a rosas de una
agradable mujer rubia (un chiste para no hacer la plática tan seria).
Dice un viejo y rehusado cliché: -Odio
genera odio.- Es lo que se da en este caso. Las grandes potencias en su afán de
explotar millonarios yacimientos de petróleo y vender sus franquicias de ropa,
perfumes, accesorios y alimentos en otras locaciones y culturas, les mueven la
conciencia a los ciudadanos de sus países (sobretodo a los artistas),
haciéndoles infundir un odio plástico hacia las tendencias e ideologías de
otras demarcaciones, lo cual va acumulando sentimientos de repulsión en la
parte afectada.
Por ejemplo en República Dominicana han
creado el panorama idóneo para que esa élite murmura imagen y escupe
pensamientos, suelten a sus perros
mediáticos y a sus hienas vestidas de celebridades, para que arrojen sus dardos
venenosos sobre la media isla (la que compartimos con otro baboso ingrato) como
si fuese un blanco de dianas.
Es el caso de la momia coleccionista de
sangre de Angelina Jolie, quien vendría al país a principios de año, en
compañía de un sacerdote anglicano con nombre caricaturesco (me lo sé de
memoria pero me da risa y flojera mencionarlo). Vendrían con la misma osadía y
atrevimiento de Tom Raider a incentivar esa campaña maléfica de vendernos como
racistas y xenófobos, la cual iniciaron figuras famosas pero mediocres como
Rihana y Mario Vargas Llosa.
En otras circunstancias se da a nivel
interno, cuando a finales de los 60´s, los afroamericanos reivindicaban sus
derechos y el lobby blanco de la Casa Blanca se negaba en contubernio con las
grandes corporaciones que no asimilaban la abolición a la esclavitud de Lincoln
(por cierto eso le costó la vida). El loco Charlie, no Hebdo sino Manson, se le
presentó a un conglomerado de jóvenes (tan empecinados por las tendencias, como
los que twittean y taggean hoy día) y les dijo: Je suis Charlie…creando una
propaganda mediática saturada de tinta roja, la cual rezaba en las paredes de
las casas de sus víctimas Death to pigs (Muerte a los cerdos) para poner a los
negros californianos como chivos expiatorios de crímenes atroces y mover una
persecución sangrienta hacia esas minorías, la cual no se dio gracias a la
efectiva acción de investigación que hizo la policía de esa localidad en aquel entonces. ¿Qué movió a
Manson a eclipsar su responsabilidad con la sombra afroamericana?, el odio
hacia los negros causado por el odio que promovía el sistema aristócrata que él
mismo irónicamente odiaba y desafiaba.
Charlie Hebdo más que una fábrica creativa
de entretenimiento ha sido una fábrica de odio, intolerancia y resentimiento y,
pagó el precio por ello. No por ello justifico la acción que cometieron en su
contra, al contrario reconozco que fue un error inmaduro de esos seguidores de
Alá y favorecer esa acción sería favorecer la censura previa y también que un
día vayan a Fox y le hagan lo mismo a los creadores de Los Simpson, Family Guy
o Futurama por parodiar a etnias y líderes políticos, religiosos, artistas y
deportistas, que un día vayan a Diario Libre y hagan lo mismo con Priego por el
impacto que causa Diógenes y Boquechivo contra los políticos corruptos y sus
amantes chapiadoras, a El Caribe tras Mercader o persigan al carajito que hace
las tiras de www.incomica.com . Es más,
ni siquiera voy a favor que vayan a Le Nouvelliste en Haití y les hagan lo
mismo a los ilustradores que una vez dibujaron al presidente de mi país (Danilo
Medina) bañado en mocos. Matar caricaturistas el único resultado que deja es
perder a quienes nos hacen reír, pero hay que ser realistas, la broma tiene un
límite y hay que aprender a elegir el objeto de burla adecuado sin granjearnos
al enemigo equivocado. Dos segundos de placer, pueden convertirse en décadas o
siglos de dolor.
Para evitar futuras tragicomedias como
éstas, por no decir tragedias, no es escribir o postear por Facebook, Twitter o
Instagram Je suis Charlie, sino plasmar en nuestro interior la frase francesa Je
suis conscience (Yo soy conciencia). Se necesita más conciencia humana que
creatividad, para erradicar ésta opresión fascista occidental que usa disfraz
de democracia y libre expresión y a la vez forjar el amor y la armonía entre
los pueblos sin importar las creencias, ideas o diferencias. Recuerda que donde
mueren mis derechos, nacen los tuyos y crecen los del otro.
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