Por: David Frías
Es bueno recordar que la
aparición de Hugo Chávez en el escenario político venezolano y su
implementación del socialismo como dinámica nacional, rescató en parte a un
país que fue colapsado por años de gobiernos corruptos e insensibles, pero tras
su muerte la pesadilla de la que Venezuela se encontraba libre, parece retornar
con su sucesor Nicolás Maduro.
Pensar en un golpe de
estado hacia el actual líder socialista, sería un retroceso a esas épocas de
barbarie que vivió Latinoamérica entre los años 50`s y 70´s, donde se derrocaba
una fallida dictadura para colocar otra peor. Pero al menos argumentar su
incapacidad para generarles una mejor calidad de vida y seguridad ciudadana a
todos los venezolanos, es una alternativa para convencerlo de que debe desistir
o renunciar a prolongar su mandato, para convocar a elecciones (en su debido momento) y que el pueblo elija al
candidato que mejor propuestas presente para sacar esa nación hacia adelante.
Para ello se necesita de
la intervención (nada de ocupación ni invasión) del gobierno de Estados Unidos
de América, encabezado por Barack Obama y todo el parlamento de la Casa Blanca,
para que oriente a esa nación con respecto al curso que deben consumar para el
bienestar de su país.
Tanto el comunismo como
el socialismo (salvo lo poco bueno que logró el difunto Chávez), han demostrado
ser una escuela de pensamiento político muy notoria, pero a la vez fallida. Los
57 años de la revolución cubana son un referente de miseria colectiva, donde
sólo aquellos que tienen el poder adquieren un estilo de vida sibarita en
contraste con la doctrina de igualdad que dice predicar el marxismo.
Venezuela es una bomba de
tiempo donde la dignidad humana y los medios de ascender para vivir mejor están
en juego. Persecución y represión de
todo medio de comunicación que difiera de la ideología madurista, largas colas
para obtener productos básicos de la canasta familiar, los cuales bien podrían
adquirirse abundantemente en cualquier mercado sin necesidad de racionalizarse
mientras una gran cantidad se pudre dentro de herméticos almacenes.
Por igual en Venezuela la
vida humana parece tener poco o ningún valor. Por ejemplo se experimentan nulas
visitas rutinarias en los asentamientos suburbanos por parte de operativos
médicos (muy diferente a los tiempos chavistas), no hay papel higiénico ni toallas sanitarias, los condones desaparecen de
los anaqueles causando una sexualidad insegura e irresponsable donde proliferan
las enfermedades de transmisión (entre ellas el SIDA) y embarazos masivos que
pudieran descontrolar la tasa de natalidad, provocando un futuro incremento de
miseria, inestabilidad y delincuencia. Sin embargo en tiempos presentes la
criminalidad pernota en esa nación sudamericana, que su capital Caracas, ocupa
los primeros puestos de varios rankings como una de las ciudades más peligrosas
del planeta y qué decir de sus cárceles, cada día fallecen como mínimo cinco
internos por cada prisión venezolana, donde los mismos presos poseen arsenales
de guerra como granadas y ametralladoras y donde la promiscuidad, el maltrato y
el hacinamiento en vez de regenerar a los infractores y también no infractores,
convierte a cada sobreviviente en un potencial psicópata cuando retorne a las
calles.
Venezuela necesita
madurar, precisa de un cambio radical, requiere que su sistema de salud,
educación, servicio social, autoridades militares, policiales y penitenciarias
elaboren una metodología que saque a ese principal exportador petrolero del
charco y lo encamine a ser un país rico, próspero y paradigma de guiar a otras
locaciones del hemisferio.
No es arrestando, ni
tumbando, ni menos asesinando a Maduro que los venezolanos se salvarán de caer
en una deplorable situación como la del Haití que tanto su “líder” defiende y
alaba en uno de sus tantos delirios inmaduros. Más bien la solución está en que
una entidad como USA meta sus manos y lo seduzca de que se despoje de esa carga
que tanto lo enferma a él psicológicamente como a su pueblo y a cambio le
garanticen seguridad y tranquilidad por el resto de su vida, como todo ex
presidente cuando concluye un mandato de manera legal y satisfactoria.
¿Propuestas?, inyectarle dólares a Venezuela, organizar su esquema institucional
y resucitar todos los acuerdos comerciales y culturales para que se vuelvan a
abrir al mundo.
El socialismo ha
demostrado ser un fiasco en Venezuela, a pesar de los avances que logró el
comandante Chávez Frías (no porque tenga mi apellido, sino porque se supo
identificar con las condiciones humanas sin radicalizar al extremo) brindándole
una mejor condición a cada venezolano e incluso habitantes de países hermanos.
Tan pronto muere el verdadero líder bolivariano, muere la poca armonía de esa
patria caribeña.
La solución no está en la
izquierda, un mundo de igualdades es una mordaz y franca utopía disfrazada de
ironía. El capitalismo democrático (hasta ahora) es la opción más conveniente
para las naciones tercermundistas. Lo demás es simple fantasía.
Adelante Venezuela, no
seas cachapera, si quieres madurar divórciate de Maduro, para que no te siga
dando más duro…
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