martes, 10 de marzo de 2015

Es hora de que Venezuela madure



Por: David Frías

Es bueno recordar que la aparición de Hugo Chávez en el escenario político venezolano y su implementación del socialismo como dinámica nacional, rescató en parte a un país que fue colapsado por años de gobiernos corruptos e insensibles, pero tras su muerte la pesadilla de la que Venezuela se encontraba libre, parece retornar con su sucesor Nicolás Maduro.


Pensar en un golpe de estado hacia el actual líder socialista, sería un retroceso a esas épocas de barbarie que vivió Latinoamérica entre los años 50`s y 70´s, donde se derrocaba una fallida dictadura para colocar otra peor. Pero al menos argumentar su incapacidad para generarles una mejor calidad de vida y seguridad ciudadana a todos los venezolanos, es una alternativa para convencerlo de que debe desistir o renunciar a prolongar su mandato, para convocar a elecciones (en su debido momento) y que el pueblo elija al candidato que mejor propuestas presente para sacar esa nación hacia adelante.

Para ello se necesita de la intervención (nada de ocupación ni invasión) del gobierno de Estados Unidos de América, encabezado por Barack Obama y todo el parlamento de la Casa Blanca, para que oriente a esa nación con respecto al curso que deben consumar para el bienestar de su país.

Tanto el comunismo como el socialismo (salvo lo poco bueno que logró el difunto Chávez), han demostrado ser una escuela de pensamiento político muy notoria, pero a la vez fallida. Los 57 años de la revolución cubana son un referente de miseria colectiva, donde sólo aquellos que tienen el poder adquieren un estilo de vida sibarita en contraste con la doctrina de igualdad que dice predicar el marxismo.

Venezuela es una bomba de tiempo donde la dignidad humana y los medios de ascender para vivir mejor están en juego.  Persecución y represión de todo medio de comunicación que difiera de la ideología madurista, largas colas para obtener productos básicos de la canasta familiar, los cuales bien podrían adquirirse abundantemente en cualquier mercado sin necesidad de racionalizarse mientras una gran cantidad se pudre dentro de herméticos almacenes.

Por igual en Venezuela la vida humana parece tener poco o ningún valor. Por ejemplo se experimentan nulas visitas rutinarias en los asentamientos suburbanos por parte de operativos médicos (muy diferente a los tiempos chavistas), no hay papel higiénico ni toallas sanitarias, los condones desaparecen de los anaqueles causando una sexualidad insegura e irresponsable donde proliferan las enfermedades de transmisión (entre ellas el SIDA) y embarazos masivos que pudieran descontrolar la tasa de natalidad, provocando un futuro incremento de miseria, inestabilidad y delincuencia. Sin embargo en tiempos presentes la criminalidad pernota en esa nación sudamericana, que su capital Caracas, ocupa los primeros puestos de varios rankings como una de las ciudades más peligrosas del planeta y qué decir de sus cárceles, cada día fallecen como mínimo cinco internos por cada prisión venezolana, donde los mismos presos poseen arsenales de guerra como granadas y ametralladoras y donde la promiscuidad, el maltrato y el hacinamiento en vez de regenerar a los infractores y también no infractores, convierte a cada sobreviviente en un potencial psicópata cuando retorne a las calles.

Venezuela necesita madurar, precisa de un cambio radical, requiere que su sistema de salud, educación, servicio social, autoridades militares, policiales y penitenciarias elaboren una metodología que saque a ese principal exportador petrolero del charco y lo encamine a ser un país rico, próspero y paradigma de guiar a otras locaciones del hemisferio.

No es arrestando, ni tumbando, ni menos asesinando a Maduro que los venezolanos se salvarán de caer en una deplorable situación como la del Haití que tanto su “líder” defiende y alaba en uno de sus tantos delirios inmaduros. Más bien la solución está en que una entidad como USA meta sus manos y lo seduzca de que se despoje de esa carga que tanto lo enferma a él psicológicamente como a su pueblo y a cambio le garanticen seguridad y tranquilidad por el resto de su vida, como todo ex presidente cuando concluye un mandato de manera legal y satisfactoria. ¿Propuestas?, inyectarle dólares a Venezuela, organizar su esquema institucional y resucitar todos los acuerdos comerciales y culturales para que se vuelvan a abrir al mundo.

El socialismo ha demostrado ser un fiasco en Venezuela, a pesar de los avances que logró el comandante Chávez Frías (no porque tenga mi apellido, sino porque se supo identificar con las condiciones humanas sin radicalizar al extremo) brindándole una mejor condición a cada venezolano e incluso habitantes de países hermanos. Tan pronto muere el verdadero líder bolivariano, muere la poca armonía de esa patria caribeña.

La solución no está en la izquierda, un mundo de igualdades es una mordaz y franca utopía disfrazada de ironía. El capitalismo democrático (hasta ahora) es la opción más conveniente para las naciones tercermundistas. Lo demás es simple fantasía.


Adelante Venezuela, no seas cachapera, si quieres madurar divórciate de Maduro, para que no te siga dando más duro…

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