domingo, 29 de septiembre de 2019

El Ataque del Mono Caníbal

Érase una vez en las selvas del Amazonas, un grupo de científicos checos había creado un espécimen recolectando las células de las diversas especies de monos de la zona y del ADN extraído de una de las agujas que se había clavado Albert Fish (El Abuelo Caníbal), días antes de su ejecución. Desgraciadamente el resultado fue un prototipo de ateles con rasgos faciales de homo sapiens que los exterminó a todos y escapó de la base experimental donde fue creado.


Por otra parte en las lomas de la comunidad de El Aguacate en la provincia Duarte, vivía una mujer rubia, alta y peleadora, la cual tenía dos hijos pequeños, Checho, de cuatro años y una hembrita de dos llamada Yuyi.

Aquella mujer residía en esos parajes tan apartados luego de que años atrás le hubiese dado 13 machetazos a una mujercita chismosa que fue a su casa a buscar pleitos porque su marido escribía mensajes de amor obsesivo en las paredes de su morada.

Un día de esos la mujer había ido a tomar una taza de café en casa de los vecinos de al lado, una pareja de cariocas. El motivo de la visita fue que se había peleado con el padre de sus hijos, un excelente paramédico y técnico en luces y sonidos, pero a la vez alcohólico. Era tan así que a través de su piel tatuada con engendros y símbolos de Lucifer, transpiraba más el ron que su propio sudor.

Ella no le llevaba mucho en cuanto a eso, puesto que una vez tenía par de tragos de cerveza en la cabeza y le dio una bofetada a un viejo cerca de la calle Santa Ana. También se había dado una juma cuando la invitaron al cumpleaños de uno de los hijos de Britney Spears, allá hizo tremendo show.

Mientras los adultos conversaban, Yuyi y Checho hacían de las suyas. Tomaron una cápsula de antibiótico Ampicilina 500, la cual habían robado del dispensario de su abuela materna, una reconocida enfermera del Hospital San Vicente de Paul, la destaparon dejando caer el polvillo sobre una mesa, el cual procedieron a inhalar para mezclarlo con unas sobras de ponche que habían dejado los cariocas a su suerte.

En un completo estado narcótico, los infantes caminaban sonámbulos de allá para acá, hasta que llegaron al patio de su casa a jugar con su perro Locki (un cocker blanco cibaeño). De la nada aparece Alfredo, el duende malvado que les da a comer unos hongos alucinógenos.

El duende desaparece y Checho agarra un gusano y se lo lleva consigo, mientras de la tierra brotan lombrices, escarabajos y otros bichos. Cuando la mujer rubia llega a la cocina de su casa, ve los ojos de los chiquillos fuera de órbita con las pupilas dilatadas y a estos retorciéndose en el suelo al compás del gusanillo mientras Locki les lamía.

Preocupada les da acetaminofén con diclofenac, ácido mefenámico, amansatoros (medicina especial para bocones y agresivos) y una cucharadita a cada uno del compuesto vegetal de la señora Müller. Inmediatamente los pequeñines se transforman en unos adefesios mitad humano y mitad mono, les crecen los senos y enormes rabos en la parte trasera. Se van al pueblo y andan de su cuenta. Riegan los cereales y tumban las góndolas y anaqueles en los supermercados, les arrojan cáscaras de banana a los transeúntes para que resbalen y se rompan los huesos, irrumpen en los templos y roban las limosnas, billeteras y monederos de los feligreses y se suben en las capotas de los carros ajenos.

Una brigada de la sanidad los captura y se los lleva a la capital, sin dejar pistas de su destino.

En Santo Domingo un pensador de estilo conservador y antisocial lanza una moneda de un chele en el pozo de los deseos que estaba delante del Altar de La Patria y pide la resurrección de Chapita, ya que no soportaba el caos y el desorden de su país actual.

El nuevo gobierno de Chapita fue más democrático que el anterior de los 30 años, no obstante la guardia se tiraba a la calle las 24 horas del día, se legalizaron los matrimonios entre personas del mismo sexo, la prensa y el morbo audiovisual eran totalmente censurados y se creó una política de persecución a los inmigrantes haitianos.

Tal represión causó un malestar colectivo entre los habitantes de la parte Oeste de la isla, que uno de esos tantos locos que moraban en los suburbios de Port-Au-Prince, decide maquillarse el rostro como si fuese una calavera y se pone un largo sombrero de copa, autoproclamándose como “Papa Doc III”, el nuevo modelo del ex-dictador Jean Claude Duvalier.

Su filosofía estribaba en que los zombies ascenderían desde el polvo subterráneo, después de que se hiciera el sacrificio de las 14 vírgenes blancas. Posteriormente se libraría una batalla más allá de la frontera que determinaría quien iba a ser el encargado de controlar la isla.

En un lujoso hotel de Fort-Lauderdale en Florida, 1543 personas habían muerto envenenadas al ingerir una sopa de langosta. Pero al estallar una planta nuclear que se encontraba cerca del lugar, el gas químico que circulaba llegó hasta donde estaban los cadáveres haciendo que cobraran vida y salieran tras la caza de víctimas.

Luego de una horrenda marcha por todo el estado que consistía en devorarle los sesos a cada habitante con vida, llegan al famoso puerto Mariel, tras raptar un barco con destino a La Habana. Zarpando en territorio cubano la guardia revolucionaria de Castro le impide el acceso a la ciudad, pero gracias al esfuerzo de una de las congregaciones de santería más poderosa de esa isla, invocan el poder magnifico de Changó, logrando que los muertos vivientes abandonen los muelles habaneros y vayan rumbo hacia las costas de Gonaïves en Haití.

Volviendo a Las Amazonas, agentes especiales de la Interpol logran atrapar al simio antropófago, luego de que hubiese acabado con más de 16 personas (entre ellas exploradores e indígenas) y con una importante parte de la fauna de esa región. Sería llevado a la famosa Universidad de Vanderbilt e internado en uno de sus laboratorios con fines de estudio.

La mujer rubia va a una terminal  y toma un autobús rumbo a Santo Domingo, en busca de sus desaparecidos vástagos.

Cae la noche fría, con la luna llena y el sonar de los palos y atabales. El célebre Papa Doc III, lanza un discurso a sus fieles seguidores hipnotizados y se inicia la ceremonia vudú con la violación y luego el desmembramiento de 14 muchachas francesas que aún habían conservado su castidad. Se danzaba a ritmo de gagá y se les había servido a los muertos arroz con habichuela y sangre de gallina prieta, mientras las deidades vaticinaban que muchos de los asistentes servirían de banquete a un primate. Eso podría verse en el fuego de los ojos de la reina de las serpientes.

Los zombies avanzaron por los montes y las colinas sin que nadie se percatara. Para los adeptos del nuevo complot, esto fue la señal más notable de sus prácticas animistas, irían a invadir tierras dominicanas o mejor dicho comenzaría la batalla al amanecer.

Desorientada andaba la mujer rubia por toda la avenida Duarte, luego de que en la casa que estaba hospedada escuchara la noche anterior tras paredes que sus hijos habían sido horneados como manjar exótico.

Llevaba puesto un largo vestido negro de falda ancha en señal de luto y esa mañana había ido al destacamento de Villa Francisca a demandar una orden de investigación, ya que su intuición de madre le decía que sus pequeños aún seguían con vida.

Varias avionetas tipo murciélago bombardean la ciudad bajo el cielo gris hasta tomar por asalto la sede central de las Fuerzas Armadas en la intercesión  de la avenida 27 de Febrero con Luperón y tratar de iniciar lo que sería la segunda ocupación de la parte Éste de La Hispaniola.

Desde Ecuador había despegado el jet en que trasladaban al mono asesino, también ocupado por funcionarios y celebridades que acababan de ofrecer un concierto benéfico en Quito. Iba por escala rumbo a Puerto Rico, pero por error de los pilotos se desviaron hacia el triángulo de Las Bermudas, donde una fuerte corriente magnética procedente de las profundidades del mar los atraía con agresividad.

Despegan con turbulencia evadiendo el peligro, hasta que el movimiento brusco le arranca sus alas. La nave se eleva como si quisiera subir al espacio, pierde fuerza y cae directamente hacia territorio dominicano.

El accidente aéreo fue terrible y consecuencia de ello parte de los bosques de Bonao quedaron destruidos. Varios muertos y heridos al instante y desde una de las ventanillas el dantesco cuadro de un cantante de rap que a mediados del 2000 le dedicó un demo a uno de los derivados del mineral fósil más apreciado del mundo, abrazaba a un rockstar que entre el hombro izquierdo llevaba tatuado un cráneo con dos pistolas que disparaban claveles. Ambos yacían en un baño de sangre y fragmentos de vidrio mal incrustados y al parecer se besaban producto de una atracción toxicómana.

Se abre la jaula y el mono sale causando estragos, un científico sobreviviente exclama en inglés:

-Oh my god is horrible the little monkey!-

La bestia le va encima arrancándole la cara con todo y ojos. Prosigue más adelante por devorar a los cadáveres y a quienes siguieran con vida.

Nerviosa y desesperada, la mujer rubia va a una jardinería donde también operaba una tienda de medicina natural en la calle Doctor Delgado del sector de Gazcue. De un sorbo se toma una extraña pócima, hasta romper toda su vestimenta y volverse gigante.

Se hacía llamar “La Gigantona”, a la vez entra la mano por la ventana de una tapicería y saca varias yardas de tela, construyendo un traje tipo Tarzán modelo femenino en animal print de leopardo, para cubrir su enorme y desfasada desnudes. Arroja varias semillas por toda la urbe y al mismo tiempo derribaba con simples manotazos a las avionetas murciélago. Posteriormente se llena la boca de abono y se la enjagua haciendo gárgaras con el agua de un tinaco, para escupirlo todo hacia abajo.

Crecen las plantas y las demás semillas terminan de germinar. Todo Santo Domingo se vuelve una colosal jungla, La Gigantona pisa fuerte y las tuberías brotan y se rompen formando grandes caudales, en ellos fueron introducidos todos los peces cautivos en estanques y peceras (incluso los del Acuario Nacional de la avenida España). Dando tres pasos llegó al Parque Zoológico en Arroyo Hondo y liberó a todos los animales de sus respectivas jaulas para que salieran a esparcirse por toda la ciudad. En ese grupo estaban sus hijos que los tenían de exhibición al público.

El mono caníbal fue rumbo a una majestuosa posada que estaba a pocos kilómetros de donde ocurrió la tragedia. Para desgracia de los turistas y empleados del local, la criatura hace de las suyas, rompe las vitrinas y se jacta todo el postre y sobras de la comida existente, un anciano gringo grita:

-Oh my god is horrible the little monkey!-

La bestia le va encima arrancándole la cara con todo y ojos. Luego le sustrae unas llaves del bolsillo del pantalón y se monta en una pequeña camioneta propiedad del occiso. Procede a recorrer el municipio de Villa Altagracia, hasta llegar a San Cristóbal, donde le disparaba a los pillos y anormales que sorprendía haciendo sus fechorías en plena calle con una escopeta que se encontró en el asiento de al lado. De tanto correr choca con unos furgones del muelle de Haina y descubre una recién importada máquina de clonación.

El contagio de la vegetación se expande hacia todo paraje o vía adyacente a la capital y el Cibao, convirtiendo el panorama en un extenso y frondoso monte. Los monstruos del Oeste continúan con su horda maligna de devastación y estalla la sangrienta guerra entre haitianos y dominicanos. En cambio la mujer rubia no puede hacer nada ya que ha regresado a la normalidad y queda rodeada entre la corrediza humanidad.

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