lunes, 23 de febrero de 2009

Ultradiva (oda hacia Jessica Grau)

Cuando mis cinco huellas dactilares del lado derecho apretaron la flor de magnolia, yo caía tendido sobre mi cama suspirando y mirando el cielo imaginario que se formaba en el techo. En mi inconciente acariciaba melones sudamericanos y saboreaba labios de frambuesa.

Como soy la carne tentadora y huelo a barbacoa cuando me enciendo, envuélveme en un tierno Hotcake y devórame con salsa de Cherry, mientras tu estomago se contrae y tu aliento se convierte en un explicito gemido. Incendia el celuloide de donde saliste y vamos al prado a rodar nuestro propio documental de amor clasificación “C-R18”.

Por causa natural de mi instinto erotomaniaco la palabra diva me resulta muy cursi, súper no me gusta porque prefiero verte volando desnuda que con capa escarlata y mega no me da la gana de decírtelo. Pero ultradiva eres eternamente para que nuestras sensaciones perduren más allá de ultratumba.


Jessy quiero que abraces mi silueta afable y me sometas al calabozo contraído de tu cuerpo, pues como yo se que tu no estás para flores por lo menos déjame oler la cayena dorada que se abre debajo de tu cabellera en mi espacio. Si Grau suena como grasa quiero lubricar mi vehiculo para recorrer la carretera y accidentarme en el túnel de la complacencia o simplemente resbalar para que caigamos en la tina como peces siameses.

Al fin mis manos se llenaron de cayos, pues para ganar la aceptación de tu glamour el trabajo es arduo y a la vez emocionante, pues más claro que el cloro no pudieron descender los pétalos de magnolia. Mi terrón de azúcar ámbar solo quiero suplicarte que no me demandes porque con tu platónico encanto ya me mataste, pero si que te olvides del séptimo arte, porque cuando tu sombra no salga de mi alcoba seremos cómplices del octavo y noveno arte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario