sábado, 15 de agosto de 2009

Aún no es nada Inflación delincuencial


Por Heriberto García Lara


En términos de criminalidad, delincuencia, narcotráfico, corrupción e inseguridad en la República Dominicana no está pasando nada para lo que se espera con el avance desenfrenado de esta problemática social con el paso de los días para lo cual los dominicanos debemos prepararnos, claro los que sobrevivan.



No se trata de crear pánico, alarmar, asustar, meter miedo ni de ser sensacionalista ¡no!, por favor, que no panda el cúnico, de lo que se trata es de alertar sobre terrible criminosa situación que arropa a la sociedad dominicana.



Los asesinatos, crímenes y homicidios con sus modalidades de descuartisamientos, desapariciones, torturas, por encargo, ejecuciones, a tiros, machetazos, y otros hechos sanguinarios vienen en aumento en el territorio nacional, que de continuar así imagínese usted a donde llegaremos. Casos horrendos ocurren a cada momento, con ensañamiento, brutalidad y hasta desafiando a las autoridades. Se han formado bandas y pandillas peligrosas, como las maras, en Centroamérica, con relación internacional.



A la orden del día, de la noche y de cualquiera hora, están los robos, atracos, asaltos, estupros, violaciones sexuales, golpizas y una gama de actos delincuenciales que son cada vez más ascendentes, que de seguir su ritmo, estaremos a merced de los delincuentes.



El tráfico, consumo y venta de drogas incrementa cada vez más. Hay gente que anda alto, por las nubes, está Jevi, Light, se siente bien. Señores tenemos fumancheses, tecatos y adictos a las drogas, cocaína, marihuana y crack, de niños de hasta doce años, oígan bien, de adolescentes, y esos son sólo los que están en Hogares Crea Dominicano. Si el tráfico y consumo de drogas sigue así, ¿a dónde va a parar el país?. Cabe citar, entre tantos casos, el asesinato a tiros de la ejecutiva bancaria Kaisha Requena, en un atraco por dos jóvenes, uno de 15 y otro de 21 años, para comprar drogas, según ellos, reveló la Policía Nacional.



Según las autoridades y diversos sectores, el criminal negocio del narcotráfico está a todos los niveles, desde lo más alto hasta lo más bajo, ha penetrado a todos los estamentos. Asusta y mete miedo que militares, policías y autoridades se involucren en el narcotráfico.



Es algo grave, pero muy grave, la participación de militares, policías y autoridades en el asesinato de los siete colombianos en Paya, Baní, Peravia; y de los tres hombres, entre ellos de un sargento, en el barrio La Bombita en Azua, por narcotráfico. Es gravísimo el caso de más de 20 militares implicados en el narcotráfico en Puerto Plata y de otros agentes en Bonao.



Preocupa y es serio, pero muy serio señores, que militares y policías sirvan de guardaespalda, choferes, que duerman en residencias y cuiden propiedades de narcotraficantes, según las denuncias del senador del PLD Wilton Guerrero.



Hay que alamarse ante lo dicho por el senador Wilton Guerrero de que Azua es una provincia de narco y una zona franca de las drogas, que los tumbes, tráfico y ventas de drogas son normales, lo que según otros sectores ocurre en todo el país.



Pone los bellos de punto, y no digo yo los bellos sino los pelos y otra cosa, esa relación entre el poder político, militar y del narcotráfico que se ha incrementado en el país de forma gigantesca, con la complicidad, impunidad y protección de las autoridades. De seguir el narcotráfico como va ¿Qué pasará en la República Dominicana?.



Cada día, no es que se percibe en tal o cual gobierno, hay más corrupción, a todos los niveles, de arriba abajo. La gente anda detrás lo suyo, con el cuchillo en la boca, al estilo Pedro Navaja y Juanito Alimaña, buscando a quien tumbar, engañar, estafar, timar, y es que “la calle es una selva de cemento y de fieras salvajes”, como dice la estrofa de la salsa del fenecido Fannia All Star, Héctor Lavoe. La corrupción es un fenómeno social normal. Se ha institucionalizado y cotidianizado. Es parte esencial e integral del sistema democrático. Hay que conseguir dinero, no importa cómo.



La corrupción se ha incrementado, disparado en el país, con sus modalidades de nepotismo, tráfico de influencia, soborno, extorsión, privilegios, el diezmo y otras irregularidades, contribuyendo a la violencia, al crimen, a la delincuencia y otros delitos. Ha venido en ascenso los delitos y el robo de cuello blanco, negro y de todos los colores; el crimen del bajo, medio y alto mundo, asimismo el crimen organizado y desorganizado.



El país se puede volver más peligroso de vivir de seguir el deterioro y descomposición social, el crecimiento demográfico desordenado, el afan del dinero fácil, el consumismo desenfrenado, el relativismo, el tráfico y consumo de drogas, la pobreza y enorme desigualdad social. Un joven con deseo de vivir y disfrutar la vida, con aspiraciones y ganas de lucir ropas de marca, ir a la disco, bailar, beber y de darse otros lujos, no va a trabajar por RD$300 pesos o menos diarios como hacen algunos profesionales, inclusive hasta con maestrías, postgrados y otros cursos. Que no les hablen de estudiar.



Aquí con la delincuencia, la criminalidad, la inseguridad y el narcotráfico no estamos peor porque no hay tradición de grupos paramilitares, guerrillas y grupos como las FARC, la Autoridad Unidad de Colombia (AUC), Tapac Amaru, Sendero Luminoso, ETA, Hamas, Yihad, Frente Farabundo Martín para la Liberación Nacional (FMLN), Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN)



Comparto el optimismo de las autoridades: “todavía estamos bien, aquí no está pasando nada”, somos el país más seguro de América Latina y del mundo; tenemos el índice de criminalidad y delincuencia más bajo de la región, pero pese a las estadísticas, los hechos indican otra cosa, la realidad es insoslayable. Uno sale de su casa y no sabe si regresa porque podría ser la próxima víctima como otros tantos.




Ante el avance explosivo y desenfrenado de la inflación delincuencial, sin que haya valido cero tolerancia, plan de seguridad democrática, lucha, combate, enfrentamiento ni nada, hay que prepararse, hay que prepararse, porque en República Dominicana no está pasando nada, paro lo que va a suceder en materia de violencia y criminalidad.

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